La sidra asturiana es declarada Patrimonio Mundial Inmaterial, una decisión tomada en el marco del Comité Intergubernamental que la Unesco celebra en Asunción, Paraguay, entre el 2 y 7 de diciembre.
La sidra es un estilo de vida para Asturias, por lo que este nombramiento llevó a festejos durante todo el día. La declaración convierte a España como uno de los países con más distinciones en ese campo, con 22 manifestaciones.
El Comité Intergubernamental de Salvaguardia del Patrimonio Cultura resaltó que la cultura sidrera asturiana vincula las prácticas de producción, distribución y consumo de la bebida con una serie de rituales y tradiciones “que favorecen el encuentro y la integración de la población”.
En #Asturies la sidra es la vida de generaciones que han mimado la tierra durante décadas. Padres, abuelas, hermanos y nietas han participado en la elaboración mientras transmitían canciones e historias, costumbres ancestrales.
A esas generaciones vaya nuestro reconocimiento hoy. pic.twitter.com/Mn48TgW58c
— Conseyería de Cultura, P. Llingüística y Deporte (@culturaAST) December 4, 2024
Este logro pone fin a nueve años de trámites que se iniciaron con los preparativos para la declaración de la Cultura Sidrera Asturiana como Bien de Interés Cultural Inmaterial en 2014.
El Principado presentó el expediente para esta petición el pasado mes de junio de 2023, después de que el Consejo de Patrimonio Histórico Español eligiera la candidatura como representante española para entrar a formar parte de la Lista Representativa del Patrimonio Mundial Inmaterial de la Unesco.
La cultura alrededor de la sidra asturiana
De acuerdo con la Unesco, la sidra asturiana ayuda a preservar los paisajes de la región, fija la población en territorios rurales, potencia el desarrollo de la gastronomía local, forma parte de las fiestas tradicionales y su impacto alcanza al patrimonio musical y lingüístico.
Así se siente en palabras que provienen del idioma asturiano, como espalmar (fermentar la sidra), chigre (taberna típica o sidrería), seronda (otoño, relacionado con la época de recolección de las manzanas), espichar (abrir un tonel); o en expresiones como nun se bebe, se tira (en referencia a que la sidra debe consumirse en un trago para que no pierda sus propiedades).
La Unesco añadió que los huertos de manzanos son un elemento característico de los valles asturianos, y que el consumo de la sidra es un factor de socialización, ya sea en los hogares como en las sidrerías, en las fiestas populares y en las áreas de picnic.
Además, reconoció que las prácticas relacionadas con el cultivo, la recolección de las manzanas y la elaboración de la bebida se transmiten de generación en generación, donde la producción artesanal sigue ocupando un importante lugar frente a la industrial.
La sidra, apunta el organismo, “es parte integral de la cocina local, de los eventos y las fiestas tradicionales, como los peregrinajes, los concursos de degustación, los amagüestos (fiesta de la castaña) y las espichas (fiestas de la sidra).
Variedades de la sidra asturiana
En Asturias existen 22 variedades de manzanas que se consideran como aptas para la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias, que se clasifican en cuatro categorías: las ácidas (como la raxao o la verdialona), las dulces (donde se encuentra la carrio y la durona de Tresali), las amargas (aquí están la regona o la durona de Altamira) y las agridulces (como la coloradona), de acuerdo con National Geographic.
Con ellas, se elaboran cuatro tipos de sidra: la sidra de escanciar, y las otras tres, son variantes de la natural, como la tradicional (que no se filtra y requiere el escanciado para airearla), la espumosa (que es carbonatada de manera natural durante el proceso de fermentación), y la ‘nueva expresión’ (que está filtrada y pensada para consumirse sin necesidad del escanciado).