Te has preguntado ¿por qué comemos lo que comemos?, ¿por qué en nuestro plato hay un trozo de pizza en vez de un taco de quelites? Ya lo decía Nora Lorena Estrada, cocinera tradicional de Xochimilco, lo que nos llevamos a la boca es una decisión política y, también, agregaría que es colonialista.
En esta época decembrina, donde la comida es la protagonista, la escritora mexicana Ana Luisa Islas nos invita a cuestionarnos de dónde vienen los alimentos que llegan a nuestro plato: el bacalao, el pavo, los romeritos.
Islas regresa a México con su libro Mejor Oler a Mar “Apuntes sobre la Descolonización del Estómago” (Ed. Col & Col, España, 2023) cuya premisa es hablar de temas polémicos en la sobremesa: ¿de dónde viene la riqueza de Europa? ¿de dónde vienen los ingredientes bases de la cocina italiana? ¿qué sería de la cocina española sin el jitomate o la papa? o ¿qué sería de nuestra gastronomía sin el limón, el cilantro o la jamaica?
Mejor Oler a Mar se trata de un conjunto de ensayos, recetas y un relato corto en los que Ana Luisa explora la descolonización gastronómica, la apropiación cultural, la biopiratería y otros temas.
Vamos a desmenuzarlo: ¿Qué significa descolonizar?
La forma en que comemos, vestimos, pensamos están atravesadas por las culturas europeas o la cultura estadounidense, resultado de la colonización.
La descolonización busca desmantelar ese legado colonial y valorar nuestras culturas y nuestra diversidad. Es decir, la decolonialidad o descolonización busca deshacer los efectos del colonialismo, no sólo en términos de ocupación territorial, sino también en la manera en que pensamos, nos organizamos y vemos el mundo, afirma el periodista colombiano, Holger David Santamaria Perea.
El académico de la teoría decolonial destaca, en su curso Estudios Coloniales, cómo el colonialismo impuso una forma de vida, conocimientos y valores que las potencias coloniales creían(creen) correctos sobre las culturas locales, creando jerarquías que Europa occidental consideraba superior. En la actualidad esas ideas coloniales todavía influyen en nuestras instituciones, relaciones y creencias actuales.
La descolonización pretende cambiar las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad y la discriminación. Busca recuperar las formas de conocimiento y vida que fueron marginadas, promoviendo una diversidad real, un respeto profundo sobre todas las culturas.
“La decolonialidad es, entonces, una invitación a mirar críticamente nuestro mundo, reconocer las injusticias históricas y trabajar para crear una sociedad más equitativa y justa”, señala Santamaría.
En palabras de Ana Luisa, el colonialismo abarca todo; el heteropatriarcado sale del colonialismo. “Es necesario comenzar por descolonizar nuestras relaciones”, señala la escritora quien habla de la urgencia de regresar a los saberes de los pueblos indígenas para sanar al mundo y salvarnos de la extinción.
Es necesario comer de nuestros campos, reconocer los saberes de nuestros antepasados. Aprenderlos. Utilizarlos. Montserrat Vázquez, una mujer de raíces mazahuas y guardiana del maíz criollo, me compartió, tiempo atrás, el remedio que su familia utiliza para aliviar la tos o los malestares de la garganta y que ahora yo lo comparto con ustedes: polvo del huitlacoche seco+ miel de abeja+ limón. De esto se trata la descolonización.
“Se puede existir desde un lugar mucho más respetuoso, si seguimos pensando que unos son más importantes que otros […] seguimos pensando que somos más importantes que la naturaleza, que los perros, que las abejas, los insectos y entonces, nos va de la mierda. Ahí es por donde digo que el colonialismo lo permea todo porque no hay medio ambiente sano, si hay colonialismo y por eso es tan importante erradicarlo”, dice Ana Luisa.
Ana Luisa Islas: Escritora, cocinera, migrante y mucho más
Conocí a Ana Luisa a través de una pantalla, ella en España y yo en México. En esa ocasión fue para platicar sobre La Otra Orilla, un podcast documental que retrata historias de vida de mujeres migrantes en España y que para su segunda temporada lanzó el Recetario para la Memoria Migrante.
Ana escribe en Ñam Ñam Barcelona, un proyecto culinario transmedia. También es cocinera, migrante, viuda, amante de la comida y las pláticas incómodas. En noviembre de 2023 publicó, en España, su primer libro de ensayos Mejor oler a mar con la editorial Col & Col, el cual nos hizo reencontramos en México, ahora sin pantallas de por medio.
El trauma de perder a su esposo Manel Marqués Torres la hizo cuestionarse ¿a qué le voy a dedicar mi tiempo?, encontrando la respuesta en las recetas y letras. Hablando de la apropiación cultural, de los ingredientes, qué es México para España, del intercambio de fronteras.
Ana llegó a Barcelona a los 26 años para estudiar una maestría en Periodismo. Sin saberlo, se convirtió en una vocera de México, redescubriendo su país desde la distancia. Le explicó a los españoles qué es el Día de Muertos para los mexicanos. Su texto tuvo gran impacto y fue parte de una recopilación de la Mejor Escritura Gastronómica en español de 2022.
“Me doy cuenta que ya llevaba muchos años escribiendo esto. Varias de las recetas que están en Instagram aparecen en el libro porque encajaban perfecto […] La cocina es muy política y queramos o no está presente. Lo que tú decides comer o lo que decides comprar y a quién, pues es muy política”.
Mejor Oler a Mar “Apuntes sobre la Descolonización del Estómago” es el primer libro que habla de apropiación cultural gastronómica y descolonización gastronómica en España.
A través de sus palabras, Ana Luisa propone dejar atrás las fronteras, las etiquetas, que no haya propiedad, que todo sea de todos. In Lak’ ech, hala ken, traducido del maya: “Yo soy tú, tú eres yo”.
“Esta es la parte esperanzadora y optimista que yo pongo en el libro. Dejemos de estarles exigiendo que pidan perdón (ojalá que sí, porque sí creo que es una parte de reparación), pero si no, por lo menos mirarnos como humanos, vernos a los ojos y decir ¿estás bien? ¿qué necesitas? ¿quieres un té? […] El mensaje que quiero comunicar, es abracémonos ya va siendo hora, es urgente”.
Al escuchar a Ana Luisa recordé lo reconfortante que fue reconocernos aquel 19 de septiembre de 2017. La torta, el agua, la sonrisa, el abrazo, fueron la respuesta para calmar el dolor que había dejado el terremoto que se llevó a muchos de los nuestros.
Existimos porque resistimos… como los quelites
Ana Luisa imagina un mundo en el que los españoles llegan a lo que ahora llamamos América y preguntan, escuchan, asimilan, comparten, avanzan, así lo expresa a través del texto Recetas para el Espanto.
Aunque la realidad nos hace aterrizar de sopetón, aún nos queda mucho campo, muchas recetas ancestrales, muchos saberes, mucho pueblo que se aferra como lo hacen los quelites a la tierra. Que aunque hace 500 años fueron destruidos, resurgen. “Nosotros los latinoamericanos somos como los quelites, por más que nos destruyan, ahí seguimos”, dice Ana Luisa.
El remedio contra el colonialismo está en reconocernos, en mirarnos, en extender una mano, en la palabra de aliento, como sucede en los rituales. Al voltear la mirada al frente, soltando la pantalla. En la generosidad de la tierra. Dice Ana, citando a Doris Lessing: “hablen entre ustedes”.
Las palabras de Ana me han incomodado (mucho), como una sesión de terapia. A través de ellas, me reconozco como una mujer blanca colonizada. Siendo parte del problema. También me descubro escarbando en el pasado, aferrándome a las raíces, a los recuerdos. A las recetas de mis abuelas, a los remedios de Montse, a las pláticas con Nora. Tratando de entender la milpa y comiendo de ella.
Hablemos de estos temas en la mesa. Incomodémonos. Reconozcámonos.
Me permito terminar este texto con algo que la misma Ana Luisa escribió sobre los alimentos que curan el alma y el cuerpo.
“Recordemos lo ancestral, vayamos a buscarlo al vientre materno, a los bosques, a los campos […] Recuperemos lo que los españoles no supieron valorar y tampoco pudieron erradicar. Recordemos como sociedad aquella sabiduría que ya habíamos adquirido hace cientos de años. Estoy segura de que todas las civilizaciones antiguas tienen recetas para curar el trauma, incluso la europea. Preguntemos a nuestras abuelas. Vayamos a los pueblos. Paremos la oreja. Quizás estemos a un bolillo de sanar nuestra sociedad”.