Imagínate una torta de pollito rostizado, puede ser uno de los platillos más deliciosos del mundo. Pero si el pollo está reseco, será más difícil que comer madera. Uno de los errores más comunes al cocinar pollo es que esté seco o sin sabor. Algo muy común, pero también fácil de solucionar. Así que sigue estos sencillos tips para evitar que el pollo quede seco.
¿Pollo seco? No, gracias. Prefiero pasto
Seguro les ha pasado, tomar una pieza de pollo frito, generalmente pechuga, darle una mordida y sentir que se ahogan. El pollo suele ser una carne difícil de cocinar, a pesar de lo que muchos creen, es fácil arruinar el término de un pollo.
A diferencia de la carne de res, la carne de pollo no puede tener diversos términos de cocción, a menos que la carne venga de un proveedor orgánico, con cientos de certificados y se haya realizado un proceso de seguridad alimentaria muy estricto.
La realidad es que la carne de pollo nunca debe consumirse cruda y su manipulación nunca debe dejar dudas, es por ello que el término de cocción suele exceder la temperatura interna ideal de 74°C, para eliminar microorganismos.
Sin embargo, este mismo miedo a una intoxicación alimentaria causada por salmonella, ha llevado a descuidar las técnicas culinarias de cocción del pollo. Por ello, aquí te presento algunos consejos expertos para evitar que la carne de pollo quede seca.
Tips para evitar que el pollo quede seco
No hay una sola clave para evitar que el pollo quede seco. Realmente son muchos componentes que haces o dejas de hacer, para obtener una carne poco jugoso y difícil de comer. Por ello es importante tener en cuenta estos 6 consejos que te ayudarán a identificar lo que estás haciendo mal y corregirlo.
Marinar
Una de las técnicas culinarias más conocidas pero menos empleadas para este tipo de carne. En ella se plantea que la carne absorbe olores y sabores a través de un líquido condimentado con diversos ingredientes. Marinar el pollo permitirá que se hidrate y retenga humedad, inclusive durante la cocción.
Te comparto 5 marinados que te servirán para darle sabor y humedad a tu receta deseada. Utiliza la técnica del marinado especialmente para la elaboración de filetes, milanesas o piezas de tamaño medio de pollo. También puedes utilizar salmuera para hidratarlo.
No Cocines en Exceso
La carne de pollo cocinada en exceso genera que se reseque, pues los líquidos de los músculos se liberan. Inclusive en la elaboración de un caldo de pollo pasa esto. A pesar de estar en un líquido, cualquier carne tiene un tiempo de cocción, la de la pechuga de pollo no puede exceder los 45 o 60 minutos (dependiendo el tamaño).
Otras piezas como el muslo, piernas o alitas, retienen más grasa, por o que siempre son un tanto más húmedos. Pero la pechuga de pollo suele resecarse pues se utiliza para caldos, sopas o consomés y suelen darle un tiempo de cocción muy largo.
Un consejo es revisar la temperatura interna de la pechuga de pollo, no debe exceder los 74°C, al llegar a esa cifra, es momento de sacarlo. Si sientes que a tu caldo le hace falta más sabor, utiliza fondos (huesos), eso le dará los nutrientes, texturas y sabores necesarios.
Cocción a Temperatura Baja
Para tener un pollo jugoso se recomienda no utilizar elevadas temperaturas, sino bajas y más constantes por un período prolongado. Esto aporta una cocción más uniforme y perfecta para que los jugos internos se caliente lo suficiente.
Calor Directo e Indirecto
Es común asar a las brasas, carbón o parrilla ese pollito, pero este es uno de los métodos más complejos, si desconoces los conceptos básicos. Es importante comprender la diferencia entre calor indirecto y directo, pues que tu pollo tenga la textura depende.
El calor directo es aquel con el cual el alimento tiene conexión inmediata a la fuente de calor. Esto es temperatura constante y alta. Este tipo de calor aporta una textura dorada y caramelizada.
Mientras que el calor indirecto es aquel en el alimento no está directamente vinculado a la fuente de calor. Este tipo de cocción es uniforme y menos intensa pero requiere más tiempo para lograrlo.
Para asar el pollo se recomienda utilizar una cocción indirecta y al acercarse a la temperatura de cocción interna del pollo ideal (74°C), es decir unos 65°C, dar una rápida cocción con calor directo. Esto te dará lo mejor de los dos mundos, una textura interna jugosa y un exterior crujiente y dorada.
Cubrir el Pollo
Un consejo muy útil que evita que el pollo se reseque es cubrirlo al final de la cocción o cuando sea una cocción de calor seco, como el horno (no mayor a 180°C). Una salmuera será de gran ayuda para este tipo de cocción. Cubrirlo con papel aluminio o inclusive con estas bolsas de plástico especiales, ayudará a retener la humedad, así como una temperatura estable hasta el momento de servir.
Reposar
Todo tipo de carne animal que sea cocinada requiere de un tiempo de reposo, esto es porque las moléculas de agua aún se mantienen en movimiento después de la cocción. Por lo que será muy importante dar un tiempo de reposo para que esas moléculas se asienten y no se liberen al primer corte. Los jugos se distribuirán por toda la carne y tendrás un sabor más uniforme.
Puedes empezar a poner a prueba todos estos consejos con esta receta de pollo, diseñada para disfrutar de un pollo jugoso y muy suave. Descubre tus grandes habilidades culinarias.
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